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“Familias políticas” del PSUV, que quieren seguir gobernando

Si algo define al mundo chavista son las tensiones entre la dirección y la base. No en términos de «quiebres» o «fracturas», sino qué tanto la dirección es consecuente con el proyecto chavista a los ojos de la base.

Cuando ésta percibe que la cúpula se aleja del «legado del comandante», aparecen las fricciones. Pero el chavismo es un proyecto de poder, no solo doctrinario.

El poder es un hecho y se ejerce. Más de dos décadas en el poder produce intereses y grupos que tienen sus propios proyectos que chocan con las ideas de la base. Los «de arriba» y los «de abajo».

Los primeros son las «familias políticas». Desde 2020, hay una tensión más visible entre las dos. Las regionales y municipales serán otro episodio en la lucha por la distribución del poder entre la base y las «familias políticas».

Las coyunturas electorales son buenos momentos para observar lo que sucede dentro del PSUV. El clivaje más relevante en el partido de gobierno no es la «pelea entre Maduro y Cabello» porque «a Diosdado lo dejaron por fuera». La tensión más importante es la que se da entre la dirección y las bases chavistas. Esa tirantez no es nueva. Viene desde Chávez. Se recuerda, por ejemplo, el «Aló presidente teórico N° 1» del 9-6-09 cuando Chávez expresó a los consejos comunales que «no permitieran» que los convirtieran en «apéndices» del PSUV o de la estructura del gobierno.

El chavista se siente parte de un proyecto político, pero eso no implica un endoso a todo lo que hace la dirección. Son asuntos diferentes. El chavismo de base se «reserva su derecho al revire». Cada cierto tiempo, se observa en redes sociales que la base expresa críticas a la dirección del PSUV o al gobierno. Cuando hay elecciones, los cuestionamientos se hacen más visibles.

Las consultas son momentos en los que la dirección y las bases gestionan sus diferencias para hallar alguna solución, que a veces proviene de la dirección, a veces se decide consultar a las bases para canalizar una fricción, o se combinan como parece ser el caso ahora.

El día 24-5-21 Maduro hizo un acto dirigido exclusivamente al público chavista. Incluso la duración que fue de 30 minutos, fue pensada estratégicamente para comunicar lo que Maduro quiso participar, que fueron dos mensajes. Pero antes de abordar sendos mensajes, primero hay que explicar la coyuntura que observa la dirección del PSUV. Es la misma que tuvo durante el momento de las parlamentarias de 2020: las apetencias de los distintos grupos chavistas por las candidaturas.

El PSUV posiblemente esté en su etapa de madurez como partido y exista una suerte de «especialización funcional» en donde los grupos reconocen el liderazgo de la dirección pero quieren autonomía y poder de decisión en las regiones. Igual con la base. Reconoce a la dirección, pero adopta una»disciplina con revire».

En 2020 estas demandas se atajaron con un mecanismo de consulta dirigido desde arriba. Ahora no será así posiblemente por la cantidad de puestos, que son de gobernaciones y alcaldías, especialmente en estados en los que han surgido «familias políticas regionales» y «burguesías locales» que reclaman su derecho para gobernar y para apropiarse del excedente económico que se genera en los estados para valorizar sus capitales. Por ejemplo, el día 25-5-21 la viuda de García Carneiro difundió un video en el que dejó ver «su derecho» para continuar la obra del general en jefe en La Guaira.

Este «derecho a gobernar» tiene su origen a partir de 2019 cuando la desconcentración que el gobierno promovió en los estados para producir alimentos, generó «familias políticas» y «burguesías locales» que se sienten con derecho a dirigirlos no solo porque en la desconcentración lograron poder político y económico, sino porque los espacios regionales fueron abandonados por la oposición o vaciados por el gobierno en el caso de los gobernadores de la oposición electos en 2017, no solo con la figura de los «protectores» sino que los mandatarios regionales no pudieron hacer una gestión o una con muchas limitaciones presupuestarias.

Es posible, entonces, que el mensaje de Maduro a las regiones es para decirles que sabe que se sienten «empoderados» y que la dirección atenderá esa realidad. Ese fue el objetivo de la actividad del día 24-5-21 y los dos mensajes que Maduro comunicó a la base del PSUV.

I

El primero, que hay unidad dentro de la dirección del partido socialista a pesar de los problemas que puede haber allí. Como dijo Cabello en su programa del día 26-5-21, «Con problemas, sí, pero vamos afilados a las regionales». De los 30 minutos que VTV pasó del acto de Maduro con la dirección del PSUV, la mitad del tiempo fue para presentar a las figuras de la dirección del partido. No fue casual. La idea fue mostrar que están representados todos los sectores en la dirección y en el trabajo de seleccionar a los candidatos, con la tradicional «división del trabajo» del chavismo.

El primer dirigente que Maduro presentó fue a Diosdado Cabello, con lo que reconoce el liderazgo de éste en el partido porque Maduro habló que la propuesta para seleccionar a los candidatos fue planteada por Cabello. Maduro es el presidente del PSUV, pero el trabajo político interno lo hace Cabello, aunque el visto bueno final lo tendrá Maduro. Pero hay una división del trabajo y áreas de influencia que se reconocen y se respetan entre los dos políticos. Maduro en el ejecutivo y en el gobierno, y Cabello en el partido y en la política intra e interpartidista.

Maduro comunicó una dirección unida, y anunció una comisión para estudiar el tema de las candidaturas. Diez personas que buscarán mostrar que la dirección toma en cuenta las diferentes tendencias u opiniones. Están en ese grupo dirigentes como Cabello, Cilia, Ameliach, Tania Díaz, nuevos como Diva Guzmán, entre otros.

Para 2021 el gran problema político del PSUV serán las apetencias de las «familias políticas» o de grupos que quieran seguir gobernando en los estados y municipios. Algunos o muchos no son queridos por las bases que quieren cambios en las regiones. También en el chavismo la alternancia parece ser un valor importante. El problema de Maduro y la dirección será cómo combinar las demandas de cambio que las bases plantean desde hace tiempo, con el poder que tienen las «familias políticas» del PSUV, que quieren seguir gobernando.

El caso del video de la viuda de García Carneiro es un ejemplo de estos desafíos. Ni siquiera el general tenía una semana de fallecido, y aparecieron discusiones acerca de la sustitución. En mis análisis de las parlamentarias de 2020, una de mis inferencias fue que el hijo de Maduro lo preparan desde entonces para ser sucesor del general, con el discurso «modernizador» de la ley de las zonas económicas especiales, donde el diputado Maduro Guerra es uno de los más conspicuos defensores de esta propuesta de ley.

Ahora hay una situación sobrevenida. No es lo mismo que García Carneiro hubiera dicho algo como, «Nicolasito debería ser el candidato» -era mi vaticinio durante 2020- que no haya sucedido por su repentina muerte. Esto último es lo que disparó los rumores sobre los aspirantes para ser gobernador en ese estado. Este tipo de situaciones son las que Maduro y la dirección del PSUV parecen prever y por eso su primer mensaje durante el acto del día 24-5-21: mostrar cohesión y unidad en la dirección nacional ampliada del PSUV.

II

El segundo mensaje es que Maduro habló de primarias. En una actividad del día 30-5-21 habló que se hizo una consulta a las bases desde la dirección y por vía digital para «conformar una base de datos que permita tomar decisiones». Agregó que lo anterior será para «las primarias a las que vamos a ir» con la meta de «un reencuentro con el pueblo».

Las primarias serán a dos niveles. Este método «de dos pasos» tal vez porque Maduro sabe los riesgos de una primaria. El ejemplo de las primarias del PSUV de 2008 para escoger una nueva dirección y muchos de los seleccionados no fueron los propuestos por Chávez. En 2021 puede suceder algo similar: que las bases escojan a personas que no tienen el visto bueno de la dirección y se altere o rompa un equilibrio de poder que la crisis política venezolana legitimó.

No es lo mismo primarias para escoger candidatos a diputados como fue en 2015, que seleccionar a candidatos para gobernaciones y alcaldías, junto a los legisladores regionales y municipales. Las correlaciones de poder son diferentes. Gobernaciones y alcaldías a diferencia del parlamento, tienen su territorio, una población -aunque los parlamentarios representan a electores- y poder. Manejan presupuestos.

Con este método «de dos pasos» la dirección busca reducir la incertidumbre de las respuestas de la base. Medirla para, como dijo Maduro, «tomar decisiones».

Hoy el momento político del país es distinto. Ahora estamos en los problemas de la «paz», y las demandas de las bases también son otras. Ya no es la «supervivencia política» sino la gestión de gobierno y la arquitectura política del sistema autoritario que adelanta la Asamblea Nacional con la discusión de leyes estructurales como la de comercio, del sistema de justicia, hidrocarburos, penal, entre otras.

Las bases envían un mensaje que dice algo como, «nos comimos las verdes y apoyamos a Maduro y a la dirección, resistimos. Mantenemos el apoyo, pero hay que avanzar a una nueva situación con otras personas, porque muchos son incapaces y corruptos. Ya no queremos validar a corruptos o incompetentes, no nos las calamos». Atender esta demanda pasa por niveles de alternancia que la cúpula no tolerará en su totalidad. En definitiva, un proyecto de
poder de «familias políticas» frente a los deseos de alternancia de las bases.

Esto fue lo que Maduro comunicó a las bases, y por eso el acto del 24-5-21 tan preciso junto a los tiempos de transmisión: comunicar el mensaje y listo. Algo como, «sé que este es el problema, y lo vamos a abordar. Estamos unidos y aquí está una comisión representativa para estudiar el método para escoger a los candidatos, atender las demandas de nuestras bases, e ir todos unidos a las elecciones de noviembre de 2021».

III

Eso fue lo que pasó. El día 1-6-21 Maduro y Cabello ofrecieron detalles acerca del proceso interno que tendrá el PSUV. Este partido sabe jugar a la política porque halló una solución sorpresiva pero políticamente hábil para manejar las tensiones entre la dirección y la base. Una selección de la base supervisada por la dirección, con una primaria abierta no solo para los militantes del PSUV. Una primaria abierta como la que hizo la MUD en febrero de 2012 para escoger a su candidato presidencial. La del PSUV será para 6 niveles: gobernadores, alcaldes, y legisladores regionales y locales (nominales y por lista).

Es probable que la dirección ponderó que no puede imponer como en 2020 una solución desde arriba porque sería difícil de procesar por la base. También hay una razón política. Maduro quiere diferenciarse, y «mata dos pájaros de un tiro». Por un lado, le dice a las «familias políticas» algo como, «claro, te vamos a apoyar, pero la decisión final la tiene el pueblo». Entonces no queda mal, y deja que la tensión pase a otro nivel.

El objetivo político es sencillo: unificar a la «familia chavista» alrededor de postulaciones y primarias. La etiqueta del programa de Cabello del día 2-6-21 fue una expresión que Chávez usó mucho, «Con las bases (el pueblo) me las juego». Efectivamente, Maduro y la dirección del PSUV buscan «reencontrarse» con el pueblo chavista, que manifiesta diferencias con la dirección.

El mecanismo ideado por el PSUV tiene dos niveles, como se dijo. Uno en el partido, otro en la primaria.

Los candidatos se seleccionarán en el primer nivel de las UBCH las que, según Maduro, son casi 15 mil. El PSUV, de forma elegante, le dice a las «familias políticas» que deben medirse, pero se «reserva el derecho de admisión«. Cabello informó que si los que forman parte de la estructura del Estado -que en el PSUV es difícil diferenciar Estado, gobierno, y partido, porque son lo mismo, es la patrimonialización del poder de la sociedad- quieren postularse -los «cargos de libre nombramiento y remoción» según Ameliach- deben tener la aprobación de la comisión electoral. Este grupo hará una suerte de «control de calidad» y será el espacio para las negociaciones entre las «familias políticas», los deseos de la base, y los aliados del GPP.

Es decir, con una comisión que desconcentra la selección porque la comisión valida si una persona en funciones puede postularse o no, pero para ir a la primaria, debe pasar la prueba de las UBCH y de la comisión. Se desconcentra la toma de decisión de la cúpula, y posiblemente la comisión sea para lograr compromisos de las «familias políticas» y aliados.

Cabello habló de puntos del reglamento, y mencionó que quienes sean candidatos del PSUV deben, entre otras cosas, ser leales al legado de Chávez pero también al gobierno y a Maduro (artículo 2).

De manera que el PSUV halló una forma hábil para legitimar a la dirección al crear un nivel político de discusión. Por ejemplo, con los aliados. Si para un circuito debe ir un aliado pero lo ganó un integrante del PSUV ¿Qué se hace? Si en la etapa de la postulación -aquí también hay otra medida políticamente inteligente, que es que se postulan dos hombres y dos mujeres para los puestos ejecutivos, con lo que se promueve una competencia que puede ser contrapeso a las «familias políticas» o para promover nuevos dirigentes- dos personas quedan en la etapa de selección de las UBCH con 30 y 35% ¿Las dos irán a primarias? Y si son 10 con 10% cada uno ¿Los 10 irán a primarias? En estas preguntas está la lógica política de la comisión electoral: ser espacio de negociación intra e inter PSUV, con mecanismos disciplinarios rígidos para comunicar a los grupos donde está el poder y evitar rupturas o desafíos a la dirección (artículo 50). Hay primarias, pero se acepta a la dirección. Hay competencia, no tendencias.

El gran reto de este diseño será si las bases rechazan en masa a los actuales gobernadores y alcaldes si se postulan o figuras cercanas a la dirección ¿Lo aceptará o pasará algo como en 2008? Que las bases decidieron una dirección del PSUV, pero algunos perdedores fueron impuestos por Chávez. No es la primera primaria que hace el PSUV -sí la de mayor alcance- pero en momentos la dirección «enmienda la plana» a las bases, y pasa por encima de
su voluntad ¿Se repetirá en 2021 si los resultados no satisfacen a la cúpula?

Luego está el segundo nivel que es la primaria abierta. Los candidatos que se someterán al público fueron previamente seleccionados en el primer nivel. No puede llegar un candidato de repente a la primaria sin pasar por la postulación y selección interna. El primer nivel tiene dos pasos: el aspirante tiene que ser postulado y luego seleccionado. Esa lista va a la comisión electoral, que es como se dijo, una comisión de «control de calidad» y negociación política. Si pasa, va a la primaria abierta. No está claro el nivel de competencia para esa primaria. Podrán ir dos pero ¿también más de dos?

Sin embargo, es una primaria abierta. En teoría, todos los electores podrán votar. Será una suerte de «primaria argentina» que medirá el apoyo a los candidatos para el 21 de noviembre. Por ejemplo, si Héctor Rodríguez queda escogido, el día de la primaria que será el 8-8-21 se verá qué tanto apoyo tiene. También la primaria permitirá medir la adhesión, ánimo, o arrastre de candidatos y la eficacia de la maquinaria. Aquí viene otra arista política.

Con una primaria abierta, el PSUV se abre al país. Sale de su público y deja abierto a quien quiera votar que no sea del PSUV, con los efectos de legitimación que esto pueda tener y de cambios dentro de las correlaciones de fuerzas internas.

Maduro se legitima como el que «hizo la gran primaria abierta», pero también como todo con Maduro, «no hay puntada sin dedal». Tal vez busque tener nuevos públicos y alcances para influir en las correlaciones internas del PSUV ahora que el gobierno quiere una «reforma a lo China/Vietnam pero en clave del cachondeo venezolano» y requiere de apoyos y dolientes, que trasciendan al público base del PSUV. No es que éste deje de ser importante. Es el público principal, pero para la dinámica interna entre los grupos de poder e impulsar una propuesta reformista pero desigual, no caerán mal nuevos grupos y correlaciones de poder que una primaria pueda ofrecer.

En este punto, pienso que el PSUV hizo otro análisis político importante: lo generacional. Este es un tema que siempre está presente en el discurso de los jefes políticos y en políticas para promover cuadros, pero con una primaria, el análisis del PSUV puede ser acercarse a una generación que no es la que era adolescente cuando las primeras protestas contra Chávez porque esta generación se mantiene en la lógica binaria del «lado correcto de la
historia», sino dirigirse a una generación más nueva, que puede estar parcialmente despolitizada, en el sentido que es una generación que lo que busca es poder tener una vida.

No es una generación pro gobierno, pero tampoco pro oposición. Puede ser una generación que tal vez quiera votar, pero no sabe por quién. Es una generación que busca labrarse una vida, construir una carrera moral en la situación del país como es, no el pasado o los modelos de los que se habla en tuiter. Quiere un «presente normal».

Por ejemplo, un joven integrante de una banda que quiera tocar sin la presión de «este sitio sí, este sitio no», sencillamente poder tocar para realizarse. No sé si sea la generación Z u otra, pero pienso que con la primaria abierta, el PSUV apunta a este público para tener una nueva «constituency».

El PSUV se abre al país con una hábil iniciativa política, que parece apoyar un análisis que desarrollo desde 2020 acerca de los «autoritarismos limitados». Aunque la dirección tendrá peso en la selección de los candidatos, que se permita votar al público indudablemente es un tipo de límite a un autoritarismo, aunque solo sirva para conocer qué apoyo tienen
figuras del PSUV en la base chavista y en el público no PSUV que acuda a la primaria del 8-8-21.

Detrás de todo esto lo que puede haber no es solo manejar las tensiones internas del PSUV con un método diferente, sino que el gobierno y la dirección se sienten muy seguros en el poder. No perciben amenazas y consideran pueden abrir en algo el juego político.

Queda ver si acepta un juego político más equilibrado o de mayor incertidumbre que limite más al autoritarismo y éste evolucione hacia otro tipo o hacia una alternancia.

IV

Que se hable de primarias tiene una función política. El chavismo privilegia la cohesión por encima de cualquier otra cosa. Es un atributo que lo define. Las primarias tienen la capacidad para cohesionar cuando hay momentos de tensión ¿Qué mejor que las bases decidan sus candidatos o tengan influencia en la dirección para la escogencia, a propósito del «método de dos pasos»? Las diferencias se reconocen y se canalizan en las primarias, y la cohesión se mantiene y se refuerza. También Maduro y la dirección del PSUV ganan
legitimidad ante el chavismo, porque consultarán a las bases en unas primarias.

Hacia la oposición, el gobierno busca diferenciarse. Comunicará que el PSUV consulta a sus bases, y que en la oposición eso no ocurre, sino lo que hay son candidatos que serán definidos por los «cogollos de los partidos» o «por los EUA». El mensaje es un «gobierno y PSUV democráticos» frente a una «oposición de cogollos», que recibe línea del Norte. Aunque hacer primarias no garantiza una victoria electoral.

El PSUV hizo primarias para escoger a sus candidatos para las parlamentarias de 2015 -consulta interna que abarcó más espacios que la efectuada por la MUD, que fue modesta- pero la oposición ganó la AN con una amplia mayoría. La MUD hizo una innovadora primaria en 2012 para seleccionar a su candidato presidencial, pero Chávez ganó en octubre de ese año.

Las elecciones regionales y municipales de 2021 serán otro episodio de las tensiones entre las bases y la dirección del PSUV por la distribución del poder dentro del oficialismo.

Aunque la dirección luzca todopoderosa, debe atender las demandas de las bases. Estas están conscientes de su poder y las primarias ayudarán a comprender las nuevas o reformuladas correlaciones internas de poder dentro del chavismo.

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