Opinión

Ricardo Sucre: En el gobierno hace falta la operación “modelar mejor y jalar menos”

Desde finales de enero, el gobierno adelanta lo que llama “Operación mano de hierro” que persigue luchar contra la corrupción y delitos en la que funcionarios y políticos están involucrados. Han sido detenidos generales, fiscales, alcaldes, y diputados. Para la opinión mayoritaria de la oposición, esta iniciativa es parte de la “guerra de las mafias”, “los negocios”, y una “purga” dentro del chavismo. No descarto esta tesis, pero pienso se inscribe más en el gran objetivo estratégico del gobierno: preservar la estabilidad política para tener una gestión. En el pasado, la corrupción pudo ser factor de estabilidad política. Hoy desestabiliza. El ejecutivo busca normalizarse y mostrar que lucha contra la corrupción, apunta a esa meta. En el chavismo se preguntan por qué hay jóvenes involucrados. Las respuestas dadas me parecen pobres. Tengo una explicación distinta: lo que se modela desde el poder y la adulación al poder. Si esto no se aborda, el gobierno deberá prepararse para la “Mano de Hierro” II

Caracas.- El ejecutivo adelanta una operación que llama “Mano de hierro” para detener personas vinculadas a actividades delictivas y corrupción. En la zafra policial han caído diputados, alcaldes, generales, fiscales, y oficiales de las FAN.

No es que sea la primera vez que las autoridades hacen este tipo de operaciones. Hace un año, fue capturado el presidente de PDVSA Gas Comunal, una de las jóvenes promesas del socialismo. Pero igualmente han caído “chivos” como Eulogio del Pino, quien fuera presidente de PDVSA. Con Chávez también hubo su “Mano de hierro”. Se recuerda el Aló Presidente del 6-12-09 cuando afirmó estar extrañado que el hermano de Jesse Chacón, Arné, fuera presidente de un banco. Chávez manifestó en ese Aló Presidente que, “(…)¿cómo Arné Chacón, quien viene de la Marina, quien es un pata en el suelo como nosotros, es presidente de un banco?”. Esa pregunta de Chávez llevó a la renuncia de su hermano Jesse Chacón, entonces ministro de Ciencia y Tecnología, y el banquero se entregó a la DISIP. Así que no hablamos de nada nuevo. La historia del chavismo en el poder es la historia de la corrupción desde las denuncias sobre el Plan Bolívar 2000.

¿Cuál es la diferencia, entonces, con las recientes detenciones? Una es lo fulminante de las acciones y los detenidos. “Mano de hierro” coincidió con “dar de baja” a el “Koki”, lo que comunicó una contundencia de parte del gobierno contra actos delictivos o de corrupción.

A diferencia de lo que piensa la mayoría de la opinión opositora no veo esta operación como una “pelea entre las mafias” del gobierno “por los negocios”. La interpreto dentro de la “gran estrategia” que adelanta: darle forma a la estabilidad política que considera logró en 2021. La estabilidad, al menos en el corto plazo, con la mira puesta en 2024. A largo plazo, consolidar al sistema político chavista de cara a 2030.

Tampoco creo que el ejecutivo tenga o haya tenido acuerdos con grupos malandros. Sí pienso que se hizo la vista gorda. En parte porque su ideología de lucha de clases trasnochada y de manual para “cuadros”, vio a la delincuencia como una proto-lucha de clases de los “pobres contra los ricos”. No le prestó mucha atención o no definió políticas duraderas que la atajaran, sino “operativos”. En segundo lugar, porque su energía estaba dedicada a que no lo tumbaran. Hizo operaciones puntuales como el “Dibise” de 2009 a las OLP de 2015, ésta cuestionada en su respeto a los DD.HH.

Ahora puede hacerlo de manera más integral. Se siente y está estable en el poder. No sé hasta cuándo durará el reflujo social y político en el país. El gobierno quiere tener una gestión. Eso pasa por reducir o poner a raya la corrupción y a la delincuencia. En un sistema de gobierno autoritario la corrupción es el “default”. Ni siquiera China con todo su desarrollo y que tiene la pena de muerte para casos de corrupción, se ha librado del dolo. La naturaleza de los sistemas autoritarios es opaca y discrecional. Esto facilita el robo público.

El gobierno de Maduro quiere ser uno serio. No podrá tener una gestión con Fiscales del Ministerio Público, por ejemplo, que se roban carros de estacionamientos judiciales. O con alcaldes que trafican gasolina. O con diputados con vínculos con carteles, con el riesgo que les suministren informaciones sensibles que escuchen en el parlamento. Maduro pudiera gobernar así, pero a un costo muy alto. Siempre he pensado que sus socios -China, Rusia, y Turquía principalmente- le dijeron a Maduro algo como, “un autoritarismo longevo no puede tener como sostén a corruptos y funcionarios peorros como los que tu tienes”. Aunque se lo dijeron hace tiempo, Maduro ahora tomó el consejo.

La otra razón por la que la operación “Mano de hierro” llama la atención es porque hay personas jóvenes detenidas. La verdad es que impacta y pone a pensar qué llevó a una diputada de 24 años a meterse en un negocio de drogas. Sí, el dinero, el poder, el lujo, etc. Eso es una explicación, pero aún así, la pregunta se sostiene ¿Por qué?

Los motivos dados por personas del gobierno no me convencen. Cuando se debatió en la AN el día 1-2-22 la participación de diputados en el tráfico de drogas intervino el diputado Fernando Soto Rojas.

Me ubicó en una posición doctrinaria distinta al parlamentario del PSUV, pero lo respeto porque me comunica ser una persona honesta y austera. Soy de la vieja escuela, y si optas por el poder o el servicio público, la austeridad viene de la mano. En la “libertad de los modernos”, no soy exigente con ese estilo de vida. Un actor privado puede llevar el estilo de vida que quiera. Una persona en lo público no, aunque “sea rico de cuna”. Nobleza obliga.

La explicación del diputado Soto Rojas es que los jóvenes entraron en el mundo del tráfico de drogas corrompidos por los “valores del capitalismo”. Es una explicación tipo “Para todo” que tiene el chavismo. Lamento que una persona honesta como el diputado Soto Rojas haga el papel de “control de daños” para explicar el comportamiento de las exdiputadas.

Si se compara con la corrupción durante los gobiernos de AD y Copei, el robo público durante los gobiernos chavistas es pavoroso y a nivel de pillaje. Ya son casi 25 años en el poder. La excusa que “todavía estamos en tránsito hacia el socialismo” es débil. Venezuela recibió ingresos por el orden de los 1,3 billones de dólares antes de la crisis. Es decir, 1,3 x 1012 ¿Cuánto de esto se puede contabilizar como corrupción en los gobiernos de Chávez y Maduro? La explicación del diputado Soto Rojas no es convincente.

El día 5-2-21 vi un programa de dos comunicadores del chavismo: Clodovaldo Hernández y Orlenys Ortiz. El primero entrevistaba a la segunda como joven “del proceso”. Le pregunto ¿por qué hay jóvenes del chavismo detenidos? Ortiz respondió, entre otras cosas, que muchos chavistas que están en cargos públicos no distinguen entre la política y el poder. Los dos periodistas comentaron algo interesante: que en los medios públicos no se habla de la corrupción, sino solo cuando se anuncian las detenciones, pero no antes. Es relevante esta crítica a la auto censura que hay desde medios oficiales con este tema. Si no les “bajan la línea” de arriba, no hablan de la corrupción ¿Dónde está el profesionalismo de los comunicadores oficiales?

Las explicaciones del chavismo no me satisfacen para explicar por qué jóvenes políticos entraron en el mundo de la delincuencia organizada. Como no estoy satisfecho, aventuro dos hipótesis para explicarlo: el modelaje desde el poder y la adulación hacia el poder.

Hay una explicación previa a mi hipótesis para dar cuenta de la participación de jóvenes en actividades delictivas. Es una realidad -y lo reconozco- que el chavismo promueve cuadros jóvenes y mujeres, si lo comparo con la oposición, a posiciones de poder.

Chávez y Maduro han sido consecuentes con esto. Chávez más con los jóvenes, Maduro más con las mujeres, pero en general, un sello del chavismo en la promoción de estos dos grupos.

La explicación para dar cuenta por qué un joven se mete en actividades delictivas es el choque de ser un cuadro político y, de repente, ser ministro. A lo mejor una persona tenía 20 años y era dirigente estudiantil, y de repente lo designaron en un puesto ejecutivo. De ese choque puede surgir que, el cuadro político, termine en corrupción, especialmente en un sistema autoritario en donde los pesos y contrapesos no existen o son débiles.

La anterior es una explicación convencional, si se quiere. Falta profundizar más. Veamos mis hipótesis.

La primera. El modelaje desde el poder. Al menos en la psicología social, desde los clásicos trabajos de Albert Bandura en los 60’s, el modelaje es importante para promover comportamientos transgresores, siempre y cuando el comportamiento transgresor se recompense.

La “fiesta en los tepuyes” es la mejor imagen de lo que el poder modela como comportamiento. No porque personas quieran celebrar un cumpleaños. Ni siquiera porque los “nuevos grupos” se mezclan con algunas “socialités” de antes. Mi crítica no es a eso. La “indignación” de la “Venezuela decente” me parece hipócrita en boca de muchos.

Mi crítica es el ejemplo que una elite, así sea de las sociales, da al país. Es decir, su modelaje como grupo relevante. Pertenecer a un grupo relevante produce una responsabilidad frente a la sociedad. Mucho más en una nación en crisis. Ser elite y llevar esos “apellidotes” de Caracas (o de Venezuela) conlleva una exigencia política y ética. No es simplemente una “fiesta de panitas”, sino lo que se comunica al hacerla, lo que se modela. Lo que se modeló fue una imagen muy grotesca de “socialités” que buscan arroparse del “nacionalismo” de moda en lo originario de Canaima. Ahora todo el mundo quiere revolcarse con la identidad venezolana ¿Qué mejor que Canaima para eso? Pero el impacto no es tanto la fiesta. Es el poder que se comunica con el sarao. En lo grotesco de la pachanga está una concepción del poder que se modela a la sociedad. Grupos que sienten que no hay límites para sus gustos o deseos. Están por encima del bien y del mal o, en criollo, son “guapos y apoyaos”.

El día 10-2-22 el fiscal Saab anunció una investigación por esta fiesta. Veremos sus alcances dado que hay personas que se dice son cercanas al mundo oficial.

¿Qué puede pensar un joven en sus 20 o 30 años cuando ve esa imagen de “hacemos lo que nos da la gana”, en un país en donde no hay pesos ni contrapesos? El modelaje es que “tengo que ser un arrecho, un pesao, un chivo, para hacer un guateque en Canaima”. Si ese es el modelaje ¿Por qué un joven no habría de dar el paso a actividades ilegales para alcanzar esa meta? Especialmente en una cultura como la venezolana en donde lo que produce terror no es ser pobre sino pendejo o un Don nadie. Desde grupos con poder se modela que es mejor transgredir a ser un bolsa. Es la lógica de la justificación de la fiesta que hizo Osmel Sousa, otrora personaje celebrado por los grupos de poder venezolanos. Entre otras cosas, afirmó que “si a ustedes los hubiesen invitado, van”. Es decir, el problema no es la transgresión sino los “envidiosos y resentidos” que no pudieron ir a la celebración. Es una explicación muy venezolana, no solo de Sousa. Si no me aprovecho de algo, otro lo hará, y no soy un pendejo. Con esa lógica se vació la botija de los petrodólares.

Durante los 80’s Gonzalo Barrios, muy conocido dirigente de AD que se recuerda por sus particulares declaraciones de los domingos que hacía el día a los periodistas de la fuente política, afirmó que “en Venezuela se roba porque no hay razones para no robar”. La frase sigue vigente después de casi un cuarto de siglo de gobiernos socialistas los que, como el Ché, buscan el “hombre nuevo”. Parafraseando al doctor Barrios, “en Venezuela se transgrede porque no hay razones para no transgredir y hacer una fiesta en Canaima”. Eso es poder. Y se modela al resto de la sociedad. A los venezolanos -como lo reveló el clásico trabajo de McClelland hecho en los 70’s- nos mueve el poder más que la afiliación o el logro. Por eso nuestra corrupción es exhibicionista. Para diferenciarse, “no soy un pelabolas como tu”.

Quizás la fiscalía investiga no porque hubo violaciones a las normas ambientales, sino porque los organizadores de la fiesta mostraron un poder que solo está reservado a los jerarcas del Estado. Pasaron la línea roja en cuanto a poder se refiere. Lo exhibieron y eso no se lo perdonan. La transgresión fue pública. El sistema acepta transgresiones, pero privadas.

Otro modelaje desde el poder es el nepotismo que se observa en el gobierno. El presidente designó como ministra de la Salud a la nuera de la primera dama, Cilia Flores. La nueva ministra, a su vez, ocupó cargos que habían sido ejercidos por su madre durante los años 2013-2014. Todo en familia.

Tal vez la nueva ministra tenga las credenciales profesionales para el ministerio de Salud, pero “La mujer del César…”. El hijo del presidente Maduro es diputado. No tiene una carrera política dilatada como la señora Flores de Maduro, quien puede reclamar que no está donde está por ser la esposa del presidente sino por sus méritos políticos. Seguramente Nicolás Maduro Guerra podrá ser un buen parlamentario, pero el público tendrá la dificultad para atribuir si es por la influencia del padre o por su propio mérito.

En los ejemplos citados hay conflictos de intereses. Seguramente no hay impedimentos legales para el nombramiento de un familiar de la pareja presidencial como ministra de la Salud, pero políticamente comunica el poder en manos de una familia.

Todas estas cosas son modeladas hacia el público, joven y adulto. Lo que comunican es que el poder es un asunto familiar. Además, se refuerza porque se ve en otras presidencias en el mundo. Por ejemplo, la de Trump con su hija y yerno.

Que el poder es algo de la familia puede ser el mensaje a jóvenes entre sus 20 a 30 años, socializados con el discurso del “puntofijismo” y solo han conocido a Chávez o a Maduro como presidentes. Solo han visto cómo el chavismo gobierna, que descansa en relaciones nepóticas. Las más extrema fue en Barinas. Los barineses vivieron un cuarto de siglo de sus vidas gobernados por una sola familia. Apenas el 9-1-22 votaron por una opción diferente.

Eso modela en la sociedad. La gente lo ve: el poder se concentra y es para grupos, sean familiares o políticos. Esta realidad no se puede comparar con otros momentos porque no hay otras referencias para los jóvenes. El discurso chavista es que antes de 1998 todo era tétrico. Aún si el chavismo es mal evaluado, la conclusión del discurso es que es mejor que AD y Copei ¿Por qué, entonces, estas prácticas son “malas” si son comunes en el mundo? Se preguntará un joven que solamente conoce al chavismo.

El día 4-2-22 se celebraron 30 años del intento de golpe del 4F contra el gobierno legítimo de Carlos Andrés Pérez. El chavismo hizo una marcha. La vi por el canal 8. En el trayecto, periodistas del medio entrevistaron a varios marchistas. Pusieron el micrófono a una persona joven en sus 30’s. La periodista del 8 le preguntó por las bondades “de la revolución”. La camarada respondió que “hay absoluta libertad de expresión”. Remató su respuesta con esto, “durante AD-Copei, si un periodista le preguntaba a un ministro y éste se incomodaba, al día siguiente amanecía en una cuneta con la boca llena de moscas”. No creo fue una tremendura de la camarada para llamar la atención en una entrevista. De sus 30 años, más de 20 los pasó escuchando ese discurso. Lo tiene que creer. No tiene otras referencias para validar lo que el discurso desde el poder le dice. Tampoco quiere validarlo porque no busca tener disonancia o dañar su auto estima chavista. Seguramente en su casa la política era vista con rabia y frustración como fue durante esa época. Ella misma creció en los 90’s con muchas privaciones.

Perder su niñez y adolescencia en una crisis económica y política como fue en los 90’s, el “trauma inconscientemente” se externaliza y se objetiva en un discurso de un pasado lúgubre, en el que hay que creer para tener certezas en la vida, así como el “éramos felices y no lo sabíamos” del discurso opositor es otra racionalización para evadir una realidad que se niega. No todo el tiempo fuimos felices y sí lo sabíamos. Pero asumir esto es interpelar a la conciencia de muchos que no defendieron lo que hoy lloran. Es mejor mantener la auto estima y engañarse.

Si esas esas son las referencias del pasado de Venezuela que puede tener un joven en sus 20 o en sus 30 años ¿por qué no habría de entrar a un grupo delincuencial, que también es otra forma de tener y ejercer poder? ¿La simbología del “Koki” qué comunicó? Poder frente al Estado. Poder malandro, pero poder al fin. Con una delgada línea roja en la que no pocos muchos coquetearon con el malandro. Antes de la operación en la Cota 905 en julio de 2021, algunos en redes sociales “sin querer queriendo” tuitearon que el “Koki” era “el verdadero alcalde de Caracas”. Le enviaban mensajes de flirteo.

Por más mala que haya sido la gestión de Erika Farías en Caracas, darle al delincuente fallecido, aunque sea una vicaria posición de “alcalde”, es una tremenda irresponsabilidad. Muestra nuestras dificultades para separar lo legal de la transgresión. No importaba si el poder del “Koki” se derivaba del secuestro, vacunas, drogas, robos, hurtos, asesinatos, sino era el tipo que desafió al gobierno en Caracas, y por eso, ya se le cortejaba.

Si lo relatado es lo que se modela -tener poder, no importa su origen- ¿cuáles razones tendría un joven que entra en un movimiento donde el Estado y el partido son lo mismo, para no dar el paso e ingresar a un grupo delincuencial que le promete poder?

La segunda variable de mi hipótesis para dar cuenta por qué jóvenes entraron en redes delincuenciales es la adulación al poder.

El chavismo ha hecho de adular y de los felicitadores un modo de vida. Tampoco es nuevo. Se recuerda que, en 2010, Chávez firmó el decreto Nº 7.836 de fecha 18-11-10 publicado en la Gaceta Oficial Nº 39.556 en el que, entre otras cosas, estableció que “se prohíbe el uso del nombre, imagen y figura del Presidente de la República para la identificación, nombre y denominación, caracterización, tipificación, calificación y designación(…)de la obras de infraestructutra de cualquier naturaleza”. El decreto incluyó “los bienes muebles de cualquier naturaleza, uso y destino” así como “a las organizaciones políticas, sociales y comunitarias” para no usar el “nombre, imagen, y figura” de Chávez.

Ya con Chávez el adular era un problema. No es que no le gustara que le jalaran, pero en ese entonces era tan vergonzozo, que imagino que por eso publicó el decreto. En sus excesos, Chávez tenía un sentido de los límites. Porque las jaladas al comandante fueron monumentales.

En Venezuela hablamos llano. Somos “igualaos”. Uno no habla que si “el presidente X…”. Puede escribirlo en un artículo para no repetir el nombre solo y el texto no sea tedioso, pero en el habla, es más cotidiano. Uno conversa sobre “Lula, Chávez, Rómulo, Carlos Andrés, Luis Herrera, Obama, Macron”, etc, y no con tanta elegancia que si “presidente X o Y”.

Recuerdo que cuando Chávez, en las entrevistas a medios, respondía a preguntas algo como “Chávez tal cosa….”, y me corregían o corregían el texto y agregaban “el presidente Chávez tal cosa”. Nunca vi eso con otros mandatarios.

Mi recuerdo de ese entonces es que todo era muy empalagoso hacia Chávez. Era el clima de la “conexión emocional” y de “triangular” al comandante, que fue la recomendación de los “expertos” de entonces. Todavía hoy el “inconsciente totémico” pesa en las notas sobre Chávez. No deja de llamarme la atención que cuando leo una nota actual sobre el comandante, la redacción sea “el expresidente Chávez”. No porque no lo sea. Lo es. Es su título, sino me llama la atención tanta formalidad y cuidado que no hay con otros, que también tienen títulos políticos. Chávez pesa en el inconsciente, incluso en el de la oposición.

A Maduro la oposición no lo llama “presidente” -para mi lo es, como lo fue Chávez- pero en la dinámica chavista hay una suerte de “culto a la personalidad” a Maduro muy a la venezolana: que es y no es; en “joda” y en serio, pero es.

Lo último es con la comiquita Súper Bigote para promocionar al presidente y, ahora, a la primera dama y a los “súper amigos” (“Delcy, Diosdado, y Jorge”). Maduro reconoce que los muñequitos fueron creados crearon unos “jodedores” -en sus palabras- pero entre “joda” y “joda” van las jaladas.

Al menos en varios actos de Maduro he visto que se jacta de la comiquita “¿Ustedes no la han visto? Aparezco con Cilita ¿la vieron?”, se ufana un Maduro que disfruta con su comiquita, y mi interpretación es que goza porque tiene al país en su puño; un señor al que todo el mundo habrá subestimado en la vida. El gozo del subestimado hoy poderoso. El poder no son títulos académicos. Al menos el de verdad. No por esto no hay que dejar de estudiar, pero el poder político es de otra naturaleza. Maduro lo sabe y lo disfruta. Lo tiene.

Ese disfrute pasa por adularlo. Al menos con la comiquita. En un acto con pescadores en La Guaira el día 27-1-22, Maduro pasó los muñequitos. Las risas típicas de los poderosos, “ja…ja…ja”, y los aplausos del público y felicitadores. Se modela la adulación. El grupo que cantó en ese acto tiene una letra con Maduro. No sé si es espontáneo o para “picarle un ojo al poder” en esa viveza que a los venezolanos nos encanta, más si es frente a algún poderoso.

El acto en La Guaira, más bien, lo que me produjo fue pena con el conjunto musical. No sé si para poder vivir hay que cantarle al presidente Maduro. La estatura moral de una sociedad no debe ser adular a los poderososo para poder vivir. Que Marylin Monroe le cantó el “happy birthday” a Kennedy, en lo personal me parece reñido con la austeridad que debe tener el poder. Pero en esa época Monroe ya era famosa. Quizás Kennedy le sacó más provecho a ella que ella a él. No sé si el grupo que le cantó a Maduro sea así de famoso como Monroe en su tiempo.

Pero el presidente siguió con sus muñequitos en otros actos. En un “Miércoles productivo” del día 9-2-22 y en un acto con el Metro el día 10-2-22. El problema no es Súper Bigote, comiquitas que no son malas, pero usarlas para una figura pública es cuestionable, y más si son emitidas por medios públicos y pagadas seguramente con recursos del Estado.

En la inauguración de un liceo en Ciudad Caribia el día 1-2-22, Maduro habla con unos chamos liceístas. De repente, felicita a China por su año nuevo, el Año del Tigre. Agrega que nació en 1962 y que “soy tigre, el tigre Maduro”. Los muchachos aplauden.

A lo mejor aplaudieron por la “joda”, pero lo que me quedó al ver a los chamos aplaudir la ocurrencia del presidente es ¿qué aprende un muchacho con eso o el público con el deleite de Maduro por hablar de Súper Bigote en actos de gobierno? No aprende cómo ser un cuadro del socialismo -si es lo que se busca, porque prefiero individuos competentes para una república como la que define la carta magna de 1999- sino cómo engañar a los jefes políticos para llegar a ser un cuadro socialista con poder. Esa sutil diferencia entre aprender y engañar fingiendo que se aprende, es algo que los psicólogos sociales estudiamos a la hora de hablar de “castigos” y “reforzadores”.

Todos los detenidos llegaron a puestos importantes en el PSUV. No se es diputado, gobernador, o alcalde, como “Pedro por su casa”. No se llega al poder deseándolo o imaginándolo, sino por un trabajo político. Los acusados llegaron arriba. En el acto de conmemoración de los 13 años de la Juventud del PSUV el día 14-9-21, habló la alcaldesa del municipio Semprún en Zulia hoy detenida. Dijo el discurso tradicional que gusta a los jerarcas chavistas. La funcionaria se disparó una perorata de 4 minutos en tono “golpiao”, vocalización que encanta a chavistas y a opositores. Maduro la aplaudió, expresó que “no hay nada más que decir” y “aprobado”, con lo cual no quiero afirmar que el presidente tenga que ver con las andanzas de la funcionaria, sino que para subir dentro del chavismo tienes que ser un gallito de micrófono y decir las arengas que los jefes quieren escuchar. Y muchos las dicen sin creer en ellas, pero lo que aprendieron fue que si jalas con un discurso “golpiao”, subes en la escalera del poder.

A lo mejor alguien de edad puede tener lo que en psicología social llamamos el “efecto de inoculación” frente a estas dos variables -el modelaje y adular- porque emplea una “heurística del anclaje” que le permite comparar con el pasado u otras experiencias en el presente. Una persona grande puede no ceder a la adulación y no modelar a los felicitadores para ascender. Pero un joven de 20 o 30 años, que nació en una Venezuela en crisis y de un conflicto existencial, puede dar el paso para engañar a los jefes chavistas al decirles lo que quieren escuchar, pero por detrás, participar en actividades delictivas. Lo hace para tener más poder al ver a un gobierno que modela un ejecutivo sin contrapesos y que casi todo el mundo jala a los jerarcas chavistas. El joven puede asumir que ese es el camino para tener una vida y ser importante.

Lo anterior no excusa la responsabilidad de los detenidos que es individual y sujeta a penas de acuerdo a la ley, pero son mis hipótesis para explicar por qué hay jóvenes del chavismo involucrados en actividades delictivas. Especialmente de un partido tan ideologizado y que forma a sus cuadros como es el PSUV, dentro de un gobierno que no tiene pesos ni contrapesos.

Creo que el chavismo tiene que profundizar más en el análisis sobre la participación de cuadros jóvenes en el delito. La explicación de Soto Rojas no satisface. No es una “infiltración” -también es la tesis de Mario Silva- ni es el “capitalismo”. Si se va a quedar con esas explicaciones, el gobierno debe prepararse para la operación “Mano de hierro” II, III, IV, y etc. Tampoco la explicación de Clodovaldo Hernández y Orlenys Ortiz llega al fondo. Se acerca en algo (la distinción entre el poder y la política), pero al ser ambos chavistas, no se atreven a profundizar más, me imagino por la misma razón por la que muchos en la oposición callan o van con la corriente: “estamos en guerra”, “no hay que darle armas al enemigo” y, por supuesto, nadie quiere problemas y hay que estar bien con todo el mundo.

Bienvenida la operación “Mano de hierro” pero también hace falta la operación “Modelar mejor y jalar menos”.

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