Opinión

Los cambios son lentos pero se están dando

Por César Alonso

En política hay que tener una visión acusiosa y percatarse de las pequeñas cosas, así estas  no sean tan rimbombantes. El gobierno de Nicolás Maduro se está preparando para el 2024 y eso se puede evidenciar en la toma de decisiones que, más allá de representar «el deber ser», dejan claro que quiere de una forma u otra potabilizarse hacia sectores que siempre lo han rechazado con contundencia.

Es de singular importancia que los bienes expropiados por el finado Hugo Chávez sean devueltos a sus propietarios, el caso particular del Sambil La Candelaria es de especial atención y mayor connotación. En el pasado quienes vitoreaban «EXPROPIESE», ahora dicen estar muy de acuerdo con esta medida que reivindica los derechos de quienes eran sus legítimos propietarios y a quienes les fue arrebatado ese inmueble sin ninguna razón.

Las expropiaciones fueron una «daga roja» que fue clavada inmisericordemente en el corazón de la propiedad privada y que generó un miedo terrible en todos los sectores de la sociedad, pero con mayor énfasis en el empresariado y los inversionistas privados nacionales y extranjeros.

Maduro aspira que la economía mejore (todos queremos que eso ocurra) y para lograrlo hará cosas que muchos piensan imposible de hacer, bajo el dogma de que estamos en «socialismo» o peor aún que esto es «comunismo», no creo que sea ni lo uno ni lo otro, y simplificó lo que es, en un régimen autoritario, profundamente corrupto y violador de la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.

Maduro está claro en qué luego de 22 años de revolución hay un agotamiento de la propuesta que enamoró a cientos de miles, existe una enorme insatisfacción de las masas que otrora estaban comprometidas con las banderas que enarboló el PSUV.

La oposición (tirios y troyanos), mientras esto está ocurriendo, debe también hacer una evaluación medular del desempeño de las políticas que han aplicado para culminar este gobierno ineficiente e incapaz de solucionar los principales problemas del ciudadano, y ser en esa expiación de culpas honestos con lo que ha traído avances sustanciales, y condenar las acciones temerarias y alocadas que no sólo han traído atrasos, sino que apoyos importantes en momentos cruciales se haya vuelto «sal y agua».

La oposición debe de avanzar por el único camino que ha demostrado que es el que da saldo positivo y que no es otro que el electoral. El 2024 está más cerca de lo que se pueda pensar y construir una unidad con quiénes se parezcan es fundamental, para luego avanzar en las elecciones primarias que nos permitan  determinar el candidato o candidata de la unidad. No es fácil pero tampoco imposible.

No menos importante es la presentación del proyecto de país que queremos y que debe ser claro, preciso y conciso, para que el ciudadano sepa cuál es la propuesta y exija en consecuencia que ella se cumpla. No se puede ir a ciegas y diciendo simplemente «ellos son malos y nosotros los buenos»

La unidad debe ser amplísima e incluyente, como nunca antes lo ha sido. Un reto descomunal ante actores políticos con egos gigantescos, mucha megalomanía y un yoismo que asquea, pero no hay otra cosa por hacer que lograr apartar estos obstáculos y avanzar en positivo.

Al final no hay atajos ni caminos verdes, lo único que hay es política y esperamos que sea con P mayúscula.

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