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La matraca ya es una pandemia que enferma la distribución de los alimentos en Venezuela

Un calvario. Eso es que lo sufren a diario más de 2.500 ferieros (vendedores de verduras y frutas) que parten desde el estado Táchira hacia diversas regiones de Venezuela, ante las constantes “matracas” a las cuales son sometidos en diferentes alcabalas a lo largo de las carreteras nacionales.

Los conductores dejan entre 150 y 200 kilos de verduras en los puntos de control, a cambio de que les permitan avanzar con las cargas de alimentos.

Desde municipios como Jáuregui, José María Vargas, Seboruco, de forma semanal, parten decenas de estas personas que surten los mercados de estados como, Carabobo, Yaracuy, Aragua, Bolívar y Distrito Capital, pero que a lo largo del camino deben sortear más de 35 puntos de control entre Guardia Nacional Bolivariana y Policía Nacional Bolivariana.

La actitud que toman los cuerpos de seguridad al momento de hacer las revisiones son calificadas como de “mal gusto”, entre el gremio de ferieros.

Adicional a ello, Ramírez señaló que en los últimos meses, se ha venido efectuando un incremento en los peajes, siendo los del estado Carabobo y Aragua los más costosos. Para un vehículo de cinco ejes, el costo puede ser de hasta cinco dólares, lo que incrementa el precio de los rubros, que termina pagando el consumidor final.

“Esos peajes están anclados al dólar, ¿y si el dólar no ha subido, por qué se aumenta entonces el costo por estos puntos?”, se preguntó.

En cada viaje realizado, un conductor debe disponer de cerca de 100 dólares para poder pagar estas tasas. De allí que Ramírez consideró necesario que el dinero que se recolecta sea invertido en las carreteras, las cuales a su juicio están como el refrán “mírame, pero no me toques”, lo que limita el tránsito de transporte de carga pesada.

“Una de las peores carreteras son las de Trujillo, donde no se le han hecho mantenimiento ni un plan de bacheo, y los conductores deben manejar por un solo canal, porque el resto de la vía está completamente colapsada” acotó.

Mercancía maltratada

Aparte de pagar las extorsiones y los costosos peajes, los ferieros son sometidos a extenuantes revisiones de las verduras y hortalizas, pues los funcionarios de diversos organismos de seguridad hacen requisas a la mercancía para evitar que en la misma sean transportadas sustancias alucinógenas o contrabando.

Sin embargo, el trato hacia los sacos de verduras y hortalizas al momento de hacer la inspección, es ordinario y brusco, lo que ocasiona daños en los productos que transportan.

El transportista de verduras tachirense, Jhonny Escalante, describió que cuando se realiza la carga de los rubros en La Grita u otra zona de la región, se hace con delicadeza, pues cada cesta es colocada en un orden específico, pero al momento de las largas revisiones son desordenadas y deterioradas, ante las acciones bruscas de los efectivos.

“Se suben a los camiones y no les importa si pisotean una cesta de lechuga, tomate o si pisan el monte, cuando todos estos productos son de consumo humano, y se deben manejar adecuadamente”, expresó.

Es por ello que el feriero pide que se cuente con personal calificado para poder efectuar este trabajo, que solo genera retraso, pues una requisa puede tardar entre dos y tres horas, lo que genera una pérdida de tiempo para estas personas quienes realizan largos recorridos en el país.

Escalante señaló que las “matracas” son un problema de vieja data y que representa un golpe al bolsillo de estos comerciantes, quienes deben hacer grandes sacrificios para mover sus mercancías desde la zona andina hasta el centro y oriente de Venezuela.

“No solo hablamos de los puntos de control establecidos a ello se suma las alcabalas móviles y aquellas improvisadas que salen de la nada, en las cuales ellos solo buscan dinero”, dijo.

Aunque reconoció que los efectivos policiales y militares perciben un bajo salario, no justifica que realicen algún tipo de cobro o “colaboración” para dejarlos continuar, cuando cuentan con las respectivas guías de movilización que les permite trasladar y distribuir los productos en diferentes regiones.

En La Grita, municipio Jáuregui, existen más de 800 ferieros, y que junto a los de los municipios José María Vargas y Seboruco, la cifra supera las 1.500 personas, quienes con sus productos abarcan más del 70% del mercado nacional, según indicaron los ferieros consultados.

Bolsas de pan para pagar

Ender Gómez, otro transportista de alimentos, relató que no ha salido de una alcabala cuando ya tiene “encima la otra” y en todas se debe dejar una colaboración. “Cuando viajo lo que hago es comprar quesadillas, pastas o pan y les doy. Hay choferes que hacen bolsitas con verduras y las van dejando en cada punto de control, mientras que habrá otros que dejarán dinero que pueden ser 10.000 o 20.000 pesos”, destacó.

Para Gómez el panorama no es alentador, ya que en cada viaje el conductor debe prepararse mentalmente para lo que está por venir, pues desconocen si los funcionarios que se encuentren en el camino serán amables o simplemente le dé por humillarlos.

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