La bicicleta hará más vivible la ciudad venezolana
No solo en Caracas se aboga por el ciclismo urbano. En Valencia, Ciclistas Urbanos de Carabobo lleva diez años promoviendo legislación e inversión pública para reducir el tráfico, la contaminación y la dependencia del escaso combustible
Edicson Leal era solo un chamo cuando montó su primera bicicleta. Para aquel entonces utilizaba las rueditas de apoyo y recorría lugares en compañía de sus padres y primos con quienes hacía sobre todo actividades recreativas.
Con el tiempo la afición se volvió algo más constante y terminó siendo un estilo de vida. Hace ciclismo de montaña, por lo que invierte parte de su tiempo en los cerros de Valencia, como Guataparo y El Café. Pero sobre todo, Edicson Leal se define como un ciclista urbano. De hecho así se llama la organización a la que pertenece, Ciclistas Urbanos de Carabobo, que en 2022 cumple diez años recorriendo la ciudad.
Ciclistas Urbanos de Carabobo promueve la educación de los ciudadanos y los gobiernos locales en cuanto a la necesidad de proveer infraestructura y protección legal a la bicicleta como modalidad de transporte en el estado. De hecho, Edicson Leal concedió esta entrevista desde su bici, recorriendo el centro de Valencia de este a oeste, desde el Acuario hasta la Plaza Negro Primero en San Blas.
Su visión de una ciudad más vivible proviene no solo de la suma de horas recorriendo Valencia, sino también de su formación: luego de estudiar publicidad, hizo un diplomado en Gerencia de Ciudades Sostenibles en la Universidad de Carabobo, en el que hizo una tesis sobre espacios públicos con asesoría de la organización internacional Project for Public Spaces.
La movilidad humana, explica Edicson, “es uno de los ejes de la planificación de ciudades, pero tiene que ser incluyente y sostenible”.
La labor de Edicson está siempre ligada a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de la Organización de Naciones Unidas, en particular el número 11, que especifica la necesidad de conseguir ciudades y comunidades sostenibles, a través del acceso de toda la población a viviendas, servicios básicos y medios de transporte adecuados, asequibles y seguros, en especial para las personas en situación de vulnerabilidad y fomentando en las ciudades la reducción del impacto medioambiental.
Y la bicicleta es recreativa, deportiva y ecológica: ayuda a la salud de quienes la usan y a la de todos los ciudadanos, porque es un vehículo no contaminante que no produce ruido ni requiere combustible, y contribuye a aligerar el tráfico automotor.
Algo bueno de la pandemia
Hasta 2019 era poco habitual ver en las capitales municipales de Carabobo a personas desplazándose en bicicleta. Siempre ha sido más común verlas en los pueblos o las zonas de bajos ingresos, en la zona sur de Valencia. Sin embargo, con la llegada de la pandemia (como pasó en muchos otros lugares del mundo) y la aguda escasez de gasolina de estos años en Venezuela, la bicicleta se ha ido extendiendo como una solución a dos problemas: es más segura que el transporte público y no requiere de horas o días de cola por combustible.
Pero con la inflación las bicicletas han pasado de ser un objeto relativamente asequible a ser uno de difícil acceso. Por ejemplo durante diciembre de 2020, una reconocida tienda por departamento vendía bicis en 100 dólares, pero las mismas costaban en el centro histórico 180 dólares. De aquí en adelante los precios pueden llegar incluso hasta los 10.000 dólares en las bicicletas de gama alta para el ciclismo de montaña.
No obstante, más allá de estos costos, Leal insiste en que tener una bicicleta reduce muchos gastos. Un automóvil como el Optra, con un tanque de gasolina de 60 litros, requeriría al menos 40 dólares para llenarlo. Con un uso moderado, durante una semana, el combustible podría durar siete días. A eso se le suman colas de una hora o más. Mientras, a los que tienen que usar el transporte público les toca tomar más de una unidad, debido a la escasez de paradas y rutas definidas, y los buses están atestados siempre, porque son muy pocos y tienen frecuencias demasiado bajas.
Los grupos organizados de ciclistas también se han multiplicado. A juicio de Leal estos espacios permiten mayor integración ciudadana y la creación de una amplia red que vela por los derechos de los ciclistas y se preocupa por crear una comunidad. “Eso es bonito. Tener esas instancias. Es sano”.
Para Edicson esto contribuye a crear una visión compartida de ciudad entre gestión pública y percepción ciudadana. A que se entienda que hay que construir ciclovías, activar semáforos inteligentes, proteger al peatón. “Ellos son también parte de nuestra lucha. Compartimos la vía. La mayoría de los ciclistas somos también peatones”.
Edicson recalca que en Venezuela, un país con una grave inflación y una marcada desigualdad, la mayoría de los venezolanos no tiene carro. “Eso es una minoría, los demás caminan, usan bus o bici. Vemos en un peatón a un posible ciclista”.
Claro que hay factores en contra. En el caso de Valencia el más evidente es su clima, principalmente caluroso y húmedo. “Esto es un eterno verano, pero eso puede resolverse instalando por ejemplo duchas en las calles. Hay que adaptar las ciudades a estas modalidades”.
Pese al inclemente calor valenciano, Edicson dice que Valencia es una ciudad idónea para bicicletear, debido a que prácticamente de norte a sur y de este a oeste todo es plano. “Fijate en el trayecto de la Avenida Bolívar Norte hasta la Avenida Las Ferias en el sur, todo eso es plano. En donde vemos más terreno empinado es de este a oeste y eso prácticamente se nota al llegar a las faldas de los cerros que circundan la ciudad”.
Pero la realidad es que pedalear Valencia no es fácil. Durante la entrevista varios carros estuvieron a punto de arrollar a Edicson y a este cronista de Cinco8. Las angostas calles del casco histórico son todo menos amigables. Carros estacionados a un lado, carros transitando por el otro, los parqueros en la mitad y un estrecho paso para pasar y los huecos. Los ciclistas se vuelven prácticamente invisibles, puesto que lo que prima es avanzar. “Existe muy poca conciencia cívica de parte de los conductores para con los ciclistas. Ahí frente a la Casa Páez casi nos arrollan. Yo me salvo porque sé maniobrar la bici, pero otro termina en el suelo”.
Diputado no anda en bici
Otros incluso terminan muertos. Ciclistas Urbanos de Carabobo lleva un registro de los incidentes ocurridos en el estado. Con la llegada de la pandemia no solo aumentaron la cantidad de ciclistas, sino también la cantidad de accidentes. “Nosotros registramos de tres a cuatro al día, solo en la Gran Valencia (Valencia, San Diego, Naguanagua, Los Guayos) lo que nos deja un total de 120 casos (desde marzo de 2020) y estos son solo incidentes leves que no llegan a una fractura o un deceso”.
Pero es alarmante que en lo que va de año han muerto ocho ciclistas en la región. “Eso es muchísimo y las personas que los atropellan se dan a la fuga. Dos de estas muertes fueron recientes, una en Guacara y otra en la Autopista Bárbula-Yagua (La Variante)”.
Parte de la responsabilidad, desde su perspectiva, reposa sobre los hombros de los gobernantes y sus instituciones. Por ende Leal opina que más que voluntad política se necesita un compromiso verdadero. “Nosotros hicimos una carta de compromiso en las ciudades de Valencia, Naguanagua y San Diego para los aspirantes a alcaldes para que vieran que una de las prioridades es cómo vamos a redistribuir la movilidad urbana”. De los candidatos que se postularon a las alcaldías, solo dos, Julio Fuenmayor (Psuv) y León Jurado (Cuentas Claras), firmaron.
El tema de la movilidad urbana siempre ha sido una deuda histórica en la ciudad. Pero este es el mejor momento para redefinir la movilidad urbana tanto en Valencia como en el país. “El sentido de cambio viene de parte de los venezolanos y eso hay que llevarlo a las instituciones y a las leyes”. En octubre de 2021 la Asamblea Nacional de mayoría chavista aprobó una Ley de Promoción del Ciclismo Urbano, la cual Leal leyó y catalogó como “carente de un baño real de calle y ciudad”.
Edicson Leal vive en el municipio Naguanagua y para llegar hasta el centro de Valencia tardó veinte minutos. Que suela sentirse alerta ante la posibilidad de un accidente es precisamente lo que los creadores de la Ley no vieron, puesto que no andan en bici. Por consiguiente, la Ley debería cubrir aspectos como la seguridad, la economía en torno al ciclismo y un programa de educación nacional de vialidad. Sin olvidar la existencia de un organismo por encima de los municipios que norme la vialidad y el transporte urbano.
En Valencia no hay ciclovías, excepto en la Avenida Sesquicentenaria, ubicada en la parroquia Miguel Peña. Pero en general la ciclovía se ha ido desdibujando porque el tiempo ha dañado los separadores viales y los ciclistas no utilizan el espacio, pero sí los motorizados.
Edicson Leal tiene una frase que repite muy seguido y que aprendió en sus clases de gerencia. “Cuando uno piensa en sus ciudades, piensa en su gente, no en la calle o en la autopista. Entonces hay que pensar en la gente para hacer ciudad, porque son ellos los que viven en ella”.
Tomado de: www.cinco8.com