El pasado 19 de junio se cumplieron dos años de aquella terrible explosión que sacudió la tranquilidad de Naiguatá y que segó la vida de cuatro personas. Hoy en día, las ruinas de esa vivienda afectada aún permanece peligrosamente en pie, poniendo en riesgo inminente la vida de los vecinos que circundan la referida vivienda.
A partir de ese momento, autoridades de la región se comprometieron a derribar paredes y losas débilmente erigidas pero se olvidaron de esa promesa y del peligro que eso representa para las personas.
Vecinos del lugar exigen que desaparezca el temor que los agobia y el riego de que una nueva tragedia cobre otras vidas de producirse un derrumbe que arrastre escombros y otros pesados elementos esparcidos en el lugar.